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Había llegado el día. Todo lo preparo cautelosamente, sólo faltaba que se dispusieran a desayunar los recién horneados panquecitos. Los recibió con una sonrisa inusual, nadie percibió el peligro. Lo dulce del pan encubría perfectamente el mortal ingrediente. Repentinamente el silencio domino el ambiente. Ella había cumplido su misión, vengarse de aquella familia que no era la suya.

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Patibus está oyendo...